Arquitectura, ¿Una barrera social? Parte III

“Su valor radica en los resultados compositivos, espaciales y formales, ideas y significados sociales, políticos, técnicos y culturales que están vinculados a su especificidad.” (López Padilla, 2013). 
La arquitectura ha transformado su valor, antes era meramente estético, los órdenes clásicos, sinónimos de belleza y sobriedad, los valores del barroco tan opulento en formas y brillos, el organicismo del Art Noveu por principios de funcionalidad, racionalidad y costos, sin embargo, todo esto ha dado un giro, antes, pensábamos en casas para un persona en condiciones óptimas para adquirirlas, y muchísimo antes, la arquitectura era exclusiva de las clases más altas, palacios, fuertes, templos. Sin embargo, hoy en día, esta exclusividad ha roto sus cadenas y comienza a extenderse entre toda la gente. En las escuelas hemos comenzado a teorizar, no sólo sobre la arquitectura ya pasada, sino de la arquitectura y como se relaciona en el entorno, pues la arquitectura sin el entorno, es una pieza fuera de lugar. 
Es también, digno de hacer hincapié el hecho de que la arquitectura contemporánea mexicana, no se impone en materiales y acabados, pues ahora contextualiza y adapta; el adobe, muro de piedra, acabado a su obra, buscando generar una armonía  no sólo ya con el contexto, sino también con la cultura propia del usuario y su comunidad. 
El estudio y la adaptación de las enotecnias, está maximizando las aptitudes de diseño y modelado de las orientaciones de un diseño, previendo situaciones como inundaciones, asoleamientos excesivos, corrientes de aire, etc.
Sin embargo, tendría que ser no sólo por obra de caridad, sino por obligación, el hecho de que el arquitecto como parte de la sociedad aporte a la misma en la mejor forma que lo sabe hacer, construyendo ideas, materializando sueños, así la gente dejaría de pegar ladrillos sin ton ni son, generando esa forma tan curiosa de arquitectura popular a la que malamente llamamos “autoconstrucción”.
Es indispensable, que el arquitecto en su calidad de habitante, comparta los riesgos de no perseguir una correcta planeación y ejecución de obra, en cualquier lugar de la república, dejar de continuar con ese clasismo que venimos arrastrando desde épocas precolombinas, integrar sus conocimientos a la población, generando propuestas de mejoras de vivienda y legislando calidad de las mismas. 
Sin duda, poco a poco se han derrumbado las barreras sociales que se impone a la arquitectura, se ha integrado a los demás personajes de la sociedad de una forma paulatina, es tiempo de que la arquitectura mexicana contemporánea del siglo XXI se dirija a la integración de toda la sociedad, el conocimiento de la misma y poder ampliar su campo de trabajo abriendo mercados totalmente nuevos que imponen retos de romper con lo establecido, con lo convencional de generar funcionamientos, circulaciones y espacios, de generar conciencia estética, volumétrica y estructural de una obra. Es tiempo de que el arquitecto deje de casarse con la parte rígida y metódica del diseño bajo plantilla, es tiempo de arriesgar, de crear nuevos métodos de diseño adaptables a una sociedad que no estudiamos, a una sociedad a la que relegamos en 4 paredes en 33m2. De que el arquitecto contemporáneo rompa con su insensibilidad de diseño al permitir que se construyan cientos de miles de casas desechables y contaminantes en la sociedad y lugares donde se construyen. 
También me inclino a lo realmente innovador del diseño ecológico, al mejoramiento de nuestro entorno a través de la naturaleza, conjugándola con el entorno urbano, gris que hemos construido bestialmente. Se necesita cambiar la manera en la que racionalizamos el espacio, dejar de construir en base a intereses monetarios y comenzar a diseñar en base a la real necesidad del usuario. 
Entender que el usuario no es un ente que va y viene por el espacio, que gira a 90°, que se mueve ortogonalmente, al contrario, entender que nuestro usuario es una persona que va y viene, que rodea los muros, que brinca los dos últimos escalones antes de llegar, entender que es un ser único, que nunca repite sus movimientos de manera igual dos veces. 
Es la oportunidad de la arquitectura contemporánea en México de humanizarse, de sensibilizarse dentro de su campo de acción y ver más abajo. 
Quizá también, implementar en los planes de estudio que forman a los futuros arquitectos, nuevas filosofías y teorías relacionadas al humano y respeto al ambiente. 
Y comparto la frase, “La arquitectura, entendida como un servicio y basada fundamentalmente en el conocimiento de las necesidades de los usuarios” (López Padilla, 2013)
Es, entonces, la arquitectura mexicana contemporánea la que tiene la responsabilidad de disminuir de manera drástica las barreras que ella misma se impone en la sociedad. 
Respondiendo la pregunta que plantee como título de este ensayo Arquitectura, ¿Una barrera social? Pienso que realmente la barrera que hoy en día puede generar barrera en la sociedad, no es la arquitectura como tal, si no, la economía, sabemos bien que la arquitectura es al final de cuentas un producto que se vende, sin embargo, hay manera de no venderla a quienes lo necesitan. Pues la arquitectura por si sola ha comenzado a romper barreras y comienza a ajustarse a nuevos parámetros sociales inclusivos, quebrando esos esquemas de exclusividad con las clases altas, hoy, podemos apreciar grandes diseños para personas de pocas posibilidades económicas, comunidades sin grandes riquezas e inclusive, diseños más valiosos que los que cuestan millones de pesos. Como lo aprecio, la arquitectura en poco tiempo se volverá un eje importante del cambio social, mejorando condiciones de vida y de desenvolvimiento social, por medio de obras que ofrecen servicios u obras que por sí solas logran un cambio en donde se desplantan. 

Comentarios

  1. LOS CAMBIOS SON SIEMPRE BUENOS AUNQUE QUIZÁ SEA EL CASO EN QUE ESTE SEA UN MOMENTO TRANSITORIO DE ALGO QUE SERA MUY BUENO.

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